La observación planetaria: Júpiter y Saturno en 2022

Para muchos, la observación planetaria es simplemente una experiencia única. Observar por primera vez los anillos de Saturno o las bandas jovianas, es por mucho, una experiencia gratificante. Sin embargo, aquí juega un factor determinante la transparencia del cielo, el instrumental, y la perseverancia.

Como es de esperar, la calidad del telescopio será un factor tan importante como la calidad del cielo (seeing, o transparencia y estabilidad de nuestra atmósfera). Un telescopio de gran apertura, pero mediocre calidad óptica mostrará igual (o incluso peor) imagen que un excelente telescopio de menor apertura. Los telescopios mostrarán imágenes pequeñas imágenes de los planetas, suficiente para dar a conocer los rasgos más característicos de cada uno de los planetas. Estos rasgos van destacándose aún más a medida que la calidad óptica y la apertura del telescopio aumentan. 


La clave del telescopio

Un buen telescopio no debe ser un aparatoso, gigante y pesado instrumental. Un buen telescopio no es sinónimo de tamaño. La calidad óptica debe primar tanto como la apertura del aparato. 

Debemos admitir la gran importancia que tiene la apertura a la hora de definir imágenes planetarias. Júpiter puede ser hermoso en un refractor de 80mm, pero se observará definido y bello a través de un telescopio maskutov de 102mm y fenomenal con un telescopio de 200mm. Con una apertura de 300mm Júpiter es una experiencia maravillosa. La capacidad del telescopio de recoger mayor cantidad de dato del planeta esta íntegramente relacionada a su apertura. Por esa razón, dentro de los aficionados es común mencionar un mal que nos aqueja: “aperturitis” o ese síndrome de querer telescopios con mayor apertura. 


La clave de la transparencia de la atmósfera 

Si disponemos de un muy buen telescopio, no es suficiente para realizar una buena observación. Habrá noches en donde la imagen de un planeta estará destruida por nuestra atmósfera. La turbulencia que causa el aire cálido y frio en la atmósfera durante ciertas épocas del año o de la noche causa un efecto poco deseado: la destrucción de la calidad de imagen planetaria. Factores agregados como el humo, o incluso muy cercano a nosotros (como puede ser un escape de calefacción del hogar) puede provocar que la imagen planetaria se vea perturbada. 

Como se puede apreciar, se necesitan altas dosis de paciencia para descubrir detalles en los planetas. Puede ser que varias noches intente observar detalles y se sienta frustrado hasta que… en esa noche que menos pensó, observa un disco claro, bandas marcadas, festones o incluso La Gran Mancha Roja en Júpiter, o las delicadas bandas en Saturno ¡Que emoción! 

La altura del planeta en el cielo es un factor que suele pasarse por desapercibido. Por debajo de los 30º no es recomendable realizar una observación planetaria detallada. Cuanto más alto el planeta se encuentre en nuestro cielo, menor cantidad de perturbación tendrá la imagen. 

A veces se suele realizar actividades en la oposición planetaria, o en el máximo acercamiento, que consideramos en caso de una actividad para el público en general, no oportuna. 

Piense en esto: es cierto que el planeta se encuentra en una condición ideal para observar, pero la altura máxima en el firmamento suele alcanzarlo hacia la medianoche. Rara vez una actividad de divulgación se realiza después de la medianoche. 

Creemos que a veces es sacrificable unas semanas hasta que el planeta se encuentre algo más alejado (imperceptible para el ojo en el telescopio en el caso de Júpiter y Saturno) pero que el planeta se encuentre cercano al meridiano celeste (o máxima altura en el cielo) al inicio de la noche, de forma tal que sea posible no tener demasiada perturbación atmosférica.  [1] 


Júpiter 

Probablemente el planeta cuya observación resulta más fascinante. Se trata de uno de los cuatro gigantes gaseosos, y está integrado principalmente por hidrogeno y helio. Las marcas visibles de Júpiter se encuentran en los estratos superiores de su atmósfera, que contiene muchos otros gases, como metano y amoniaco. 

Existen marcas de gran tamaño y otros rasgos menores, siempre cambiantes. A partir de aperturas como 80mm es posible distinguir de este sistema las dos bandas principales (sistema I hacia el norte del planeta y el sistema II al sur del planeta). Podremos identificar en primer lugar las delicadas bandas, como también zonas oscuras. El achatamiento del planeta (un observador notará que el planeta está achatado hacia el ecuador) producto se su vertiginosa rotación de 9hs.


Lunas de Júpiter 

Las cuatro lunas galileanas (Io, Europa, Ganimedes y Calixto) ya son observables con prismáticos 7x50 de buena calidad. Con mayores binoculares (ejemplo: 10x50 o mayores) es más fácil separar esos puntos tenues del brillante destello del gigante gaseoso. Con telescopios pequeños, junto a la práctica y un calendario de tránsitos jovianos, es posible ver estas lunas atravesar en horas el disco del planeta gigante, y ver junto a los pasos en gran parte de las ocasiones, sus sombras plasmadas en la atmósfera de Júpiter. 

Saturno

Raro es el caso de algún aficionado, que haya olvidado la primera vez que observó Saturno a través del telescopio. ¡Que objeto tan maravilloso!

Digno de la ciencia ficción, Saturno deja atónito a los que por primera vez lo ven a través de un telescopio de buena calidad. Sus anillos se destacan y roban popularidad al mismísimo disco planetario. Con telescopios de 60mm los anillos son visibles. Con telescopios de 90mm de apertura, la imagen gana calidad y se destacan zonas más brillantes que otras. Los clásicos telescopios maksútov ganan calidad en la observación planetaria, ayudados por la apertura, el diseño y corrección óptica permiten incluso observar más detalles. [2]

Algunas de las lunas de Saturno también son accesibles al aficionado. Titán, la luna más grande del señor de los anillos tiene magnitud 8 y es observable con pequeños telescopios. Debe prestar atención de su ubicación debido a la llamativa distancia de Saturno, si lo comparamos con las lunas galileanas. 

Otros tres satélites tienen magnitud 10.5 (observable con telescopios cercanos a los 200mm) y otros 3 en una magnitud de 12.5 siendo accesibles con telescopios apertura muy generosa. Esto es aplicable a la observación visual. Desde la astrofotografía es posible captar estas lunas con menores aperturas.


Anillos cambiantes

En ocasiones se informaron cambios de brillo en los anillos, ocasionado por la propia dinámica interna del sistema complejo de millones de escombros de hielo, roca que forman este delicado sistema. 

Las oposiciones de Saturno se dan cada 378 dias. Cada año los anillos están unos 6% más inclinados o alineados a la Tierra, debido a la inclinación y órbita de Saturno. Dos veces cada año saturniano (cada 15 años) la Tierra coincide con el plano de los anillos. 

Los anillos son muy delgados (entre los 200 y 100 metros) y cuando esto ocurre puede desaparecer a la vista del telescopio. Con muy buenas ópticas es posible ver una delgada línea unos días después de su máxima alineación. De modo gradual, después de esta alineación, un hemisferio empieza a ser más visible, en tanto que los anillos vuelven a mostrarse con el paso de los meses. Entonces se invierte de la dirección del cambio, hasta que la Tierra se encentra de nuevo en el plano de los anillos.

Actualmente (2022) nos dirigimos a la alineación de los anillos de Saturno con respecto a la Tierra. La alineación se dará durante marzo de 2025, específicamente el 21, 22 y 23 de marzo de ese año, en donde parecerán desaparecer los anillos de Saturno. 

La máxima inclinación con respecto a la Tierra se dará en 2031. Cuando se dan las máximas inclinaciones de sus anillos, es el mejor momento de apreciar sus anillos y divisiones oscuras para los aficionados de todo el mundo. 


Los Planetas en 2022

En esta segunda mitad del año nos encontramos con la progresiva aparición en el firmamento de Júpiter y Saturno, dos planetas accesibles a simple vista, con binoculares y telescopios. 




Saturno será observable durante la primera mitad de la noche al igual que Júpiter durante todo lo que resta del 2022. En septiembre serán observables hacia el este desde la puesta del Sol. En octubre y noviembre se encontrarán desde la puesta del Sol, cerca del meridano celeste. Y el resto del año declinaran hacia el oeste cada vez más cercano al horizonte, perdiéndose con la luz del ocaso hacia enero y febrero. 

Durante todo este tiempo, podrán ser observables con telescopios y, además, formarán conjunciones con la Luna, y con otros planetas.  

El caso de Marte será un tema aparte. Se encontrará en la constelación de Tauro durante todo el año, cercano visualmente a un nuevo “rival” de color: Aldebarán. Hacia diciembre será observable hacia el noreste en la primera parte de la noche.




Marte

Marte es el nombre más evocador del firmamento. La enorme cantidad de referencia en torno al místico planeta se ve contrastada en el momento de observarlo a través del telescopio. La observación del misterioso Marte es un caso singular dentro de la observación planetaria.  

Una primera visión de Marte puede frustrar severamente al observador por lo complejo que es obtener detalles de su superficie. Incluso en los momentos de mayor acercamiento, nos permite ver solo vagas impresiones sobre su superficie. Marte no es un planeta fácil de observar con telescopio. 

Pese a ello, es inolvidable esos flashes instantáneos de claridad atmosférica que nos permite por pocos segundos entre pausas, observar esas misteriosas marcas y tierras oscuras de su superficie. 

Con Marte no queda más que desarrollar la técnica llamada paciencia. Resulta habitual que durante varias noches nuestra atmósfera no nos permita ver detalles claros en la superficie del planeta rojo. De pronto, en una noche saltamos de alegría al observar su casquete, sus tierras altas y algún que otro detalle ¡alucinante!


Su superficie en buenos momentos de estabilidad atmosférica 

Claramente conviene en primer lugar obtener ciertos conocimientos sobre la superficie marciana, para que la observación adquiera significativamente enriquecedora.  Algunas regiones del globo marciano se podrán reconocer repetidamente.  En primer lugar, los casquetes polares (de hielo compuesto de agua y dióxido de carbono) son observables según que estación se encuentre al momento de la observación. Regiones oscuras prevalecen sobre las brillantes. 

La famosa Syrtis Major es casi inevitablemente el primer detalle de la superficie que puede detectar el observador, por su oscuridad y su particular forma de cuña. Consiste en una meseta, con lo cual también recibe el nombre de Syrtis Major Planum (antes se pensó que era una llanura). El color oscuro se debe al basalto volcánico y a la relativa ausencia de polvo. El Meridiani Sinus también es a menudo observable. 

El Erythraeum Mare (también llamado Mar rojo) es observable al igual que el Acidalium Mare con telescopios de 10cm o mayores, aunque son más difíciles por ser regiones más pálidas que los anteriores.

A pesar de que la atmósfera de Marte es muy tenue (una densidad del 0.7% de la de la Tierra) y que no tiene prácticamente vapor de agua, hay ocasiones en donde nubes pueden ser observadas como pequeñas manchas blanquecinas en el disco rojo del planeta, sobre todo cuando estas se encuentran cerca del limbo marciano.

La observación planetaria es una experiencia única que para muchos evocan recuerdos de su niñez ¿Quién no se ha fascinado con los anillos de Saturno o con la ciencia ficción marciana? El placer de observar estos lejanos mundos, solo con lentes y espejos es un fascinante viaje por el Sistema Solar, un viaje que, para muchos de nosotros, continuará para toda la vida.



NOTAS

[1] Cada observador decide en caso particular cuando es el momento ideal. Factores como donde, cuando y como observar afecta el tiempo límite de observación. Si usted dispone de tiempo, instrumental y no tiene problemas de observar los planetas a la madrugada, es plausible y tiene sus ventajas (menor actividad humana a la madrugada influye positivamente en la observación) 

[2] Los telescopios Maksútov (cariñosamente llamado “Mak”) es un tipo de telescopio catadióptrico o reflector que se caracteriza porque emplea una lente correctora cóncava de menisco negativo en la pupila de entrada del aparato que corrige los problemas de aberración periférica presentes en los telescopios reflectores. Fue inventado por el óptico soviético Dmitri Dmítrievich Maksútov en 1941. Es un telescopio hibrido que es configurado con lentes y espejos. Su calidad óptica como su corrección es formidable. Posee una relación focal alta (es decir mucha distancia focal) pero con la principal ventaja de reducirse en un tubo más corto. Por lo que el aumento nativo que puede ofrecer alta.