El firmamento otoñal | PARTE 1

Por Esteban J. Andrada

En un gradual avance, las constelaciones del verano se despiden de nosotros. Noche a noche, la constelación de Orión queda aún más sumergida con las luces del atardecer al oeste. 

Para mediados de mayo, las constelaciones propias de las cálidas noches de verano quedarán completamente sumergidas al atardecer. Orión, Tauro, Liebre, y el Can Mayor, solo por mencionar algunas, quedaran invisibles. Pocas semanas después hacia el mediados de junio, estas constelaciones comenzaran a emerger un poco más temprano, poco a poco, antes del amanecer.



¿Qué nos queda para el otoño?

Es irónico decir que los cielos más poblados de nebulosas y estrellas son los cielos del invierno. Realizar una observación durante toda la noche en el campo solo quedan para los más apasionados, valientes y, sobre todo, los que posean salud. 

Los cielos del invierno son los más hermosos que se pueden contemplar. En ese momento, miramos dentro de nuestra galaxia. Constelaciones como Escorpio, Sagitario, Corona Austral entre otras, se ubican en el punto de mayor aproximación al cenit que posee la eclíptica para los habitantes del hemisferio sur. [1]


Sin embargo, antes visualizar estas constelaciones, atravesamos un amplio margen de cielo “vacío”. Constelaciones que a la percepción visual parecen vacías, como Leo, o Virgo, son excelentes constelaciones para aplicar las experiencias profundas para investigar galaxias, y grupos de las mismas. Estaremos mirando hacia “afuera” de la galaxia, en donde se ubican muchas otras que nos muestran, que somos un sistema más de millones, de lo que llamamos “galaxias”, grupos o islas de estrellas bien organizadas por las leyes físicas.

Comenzamos nuestra travesía haciendo un reduccionismo de objetos. Hay cientos para estudiar, analizar con distinto margen de tiempo, pero nos concentraremos en solo algún puñado.

Un “vacío” no tan vacío

A menudo el aficionado iniciado hace un salto visual de las constelaciones de verano, a las del invierno. Sin embargo, en estos “vacíos” de constelaciones llamadas vulgarmente como pobres, son en realidad grandes ventanas a otras islas de estrellas.

El primer problema a enfrentar es de carácter técnico. Resulta que los objetos de espacio profundo que aquí se observan, requieren de grandes aperturas, y buenos cielos, lejos de la contaminación lumínica y química de las ciudades. No obstante, podemos seleccionar solo algunos desafiantes objetos al alcance de instrumentos medios. Recuerde que debe mantener la vista acostumbrada a la oscuridad, y en el caso de usar mapas, iluminar con una tenue luz roja.

Ubicando a un fantasma: M104

La popular galaxia, conocida como la “Galaxia del Sombrero” o M104, es una galaxia lenticular. ¿Qué es eso? Es un escalafón intermedio entre una galaxia espiral y una elíptica. En la secuencia de Hubble estas galaxias son llamadas S0. M104 Es visible como un pequeño y fantasmal objeto a través de aperturas y focales pequeñas (observamos a través de unos binoculares 7x50 y 10x50 BAK4 como un pequeñísimo oval nuboso.


La colosal distancia de 28 millones de años luz, 28.000.000 de años luz, lo hace un objeto incompresiblemente lejano a nosotros. Un aspecto por el cual apreciar la vista telescópica de este fantasmal objeto a través del ocular. Su magnitud visual es de 8, sin embargo, esta magnitud se distribuye en toda su área, por lo cual es mucho más débil que una estrella puntual de misma magnitud. 

Para iniciarse en las búsquedas de galaxias, con telescopios medianos, es una excelente oportunidad el otoño (para los habitantes del hemisferio sur) que se encuentra a buena altura en el firmamento en la primera parte de la noche. 

Nos guiaremos por asterismos (formación visual particular de estrellas) para guiarnos en el inmenso vacío. 

Comenzaremos ubicando la constelación de Virgo, una constelación con estrellas débiles, excepto la brillante y azulada Spica. Esta estrella, también conocida como Alfa Virginis, nos servirá de primera aproximación. A 14º o lo equivalente a dos campos de un prismático 7x50, nos desplazaremos hasta Algorab, la tercera estrella más brillante de la constelación del Cuervo. A unos 4º al norte de Algorab, nos encontraremos con una formación peculiar de tres estrellas de magnitud 6 y una de 8. Si usamos binoculares 7x50 estas deben quedar centradas si ubicamos a Algorab en el extremo sur del campo de visión. (Ver mapa 4)


Utilizando telescopios, nos encontraremos en primer plano con este grupo de estrellas de magnitud 6 y una de 8 (ref.1) A unos 00º 57´de esta formación, encontraremos otra muy característica, pero más débil asterismo. Estas estrellas de magnitud 8, nos marcaran el camino hacia M104, ubicado a unos 00º 21´ de estas. (ver mapa 5)


Pongamos como ejemplo el campo de visión logrado a través de un telescopio de 80mm con focal corta (400mm) y un ocular de 32mm. Aunque es un telescopio pequeño, nos servirá su luminosidad para percibir el aspecto fantasmal de la galaxia. Recuerde que un telescopio refractor invierte las imágenes. Los telescopios astronómicos invierten la imagen y lo que es arriba aparece abajo. Además, lo que es izquierda aparece a la derecha.




Esta vista fantasmal de una lejana y fría galaxia, que pareciera llegar en forma de luz y suave viento en una noche de otoño, es en realidad una compleja trama de tenues destellos de millones de estrellas. Cada una de ellas guarda una historia que tal vez, nunca sean escuchadas.


NOTAS

[1] Escorpio y Sagitario son parte de las 13 constelaciones del “zodiaco” o banda zodiacal. La banda zodiacal es una franja de la esfera celeste de 18 grados de ancho centrada en la eclíptica, la cual no es fija, sino que se desplaza ligeramente con el tiempo sobre el fondo del cielo. Consta a su vez de 13 constelaciones, tomando como referencia el punto Aries, el punto de intersección entre la eclíptica y el ecuador celeste.

En algún momento del espacio-tiempo, aparentemente el Sol, la Luna y los planetas parecen transitar estas constelaciones construidas por el hombre. La Astronomía como ciencia, las utiliza en el sentido práctico de mapeo “político” del firmamento, y así obtener una mejor orientación cuando mencionamos que un objeto se encuentra en la constelación de Escorpio.

En contraposición, la Astrología asigna tiempos estáticos e iguales en las constelaciones, sin embargo, como muestra, el Sol tarda 8 días en transitar Escorpio, tarda unos 44 días hacerlo en Virgo. La constelación excluida de Ofiuco, la Nº13 del Zodiaco, tiene una extensión aparente tal, que el Sol transita en ella de forma aparente, en 18 días, más del doble de tiempo que Escorpio.