Aun así, cuando vemos a la hermosa, "grande", pero a su vez "pequeña" Luna, nos damos cuenta lo pequeños e indefensos que somos, individualmente, y como sociedad. Tal vez un recordatorio que a menudo solemos ignorar.
Jim Lovell (Astronauta de entre otras misiones, Apollo 13) mencionó desde otra perspectiva, en lugar de tapar con el dedo la Luna, hacerlo con la Tierra, y reflexionar:
“En todo el
universo, dondequiera que mirábamos, la única pizca de color provenía de la
Tierra. Allí podíamos ver el azul de los mares, los tostados y marrones de la
tierra y el blanco de las nubes. No se trataba más que de otro cuerpo. Unas
cuatro veces mayor que la Luna.
Pero
contenía toda la esperanza, la vida y las cosas que la tripulación del Apollo
conocía y quería. Entre todos los cielos, era el objeto más bello que se podía
contemplar. Aquí abajo, las personas no conocen lo que tienen.
Quizá porque son pocas entre ellas las que tienen la oportunidad de dejarla y luego estar de vuelta, como lo hemos hecho nosotros” (Lovell, 1996)