La luz cenicienta de la Luna ¿Qué es?

La Luna cenicienta es muy fácil de observar al atardecer o antes del amanecer cuando la luna se encuentra próxima a la fase nueva, pero muy pocos saben realmente como se produce. Durante mucho tiempo, se buscó la forma de explicar por qué se veía el lado no iluminado de la Luna durante el momento de la Luna nueva. Normalmente se la conoce como Luna cenicienta. Pero en Estados Unidos se la conoce con un término que vislumbra la causa real: Earth shine - Brillo Terrestre o de la Tierra.

Aunque es un hecho que la mayoría de la gente conoce la Luna cenicienta, es poca la que sabe el motivo. Durante muchísimo tiempo se buscó una respuesta, y no fue hasta el siglo XV cuando se dio con la solución de este fenómeno. Aun así, la mayoría de las personas desconoce su origen.

Este fenómeno fue escenario de múltiples explicaciones. Sin embargo, epistemológicamente hablando, fue explicado por primera vez por Nicolás de Cusa (1401-1464), en los inicios del siglo XV. Esta explicación fue completada algunos años más tarde por Leonardo da Vinci (1452-1519), tal y como se observa en algunos esquemas en el "Codex Leicester". Pese a contener algunos errores menores, la generalidad del fenómeno fue explicado exitosamente. 


Hoy se sabe que
este efecto es causado por la luz que refleja la Tierra. Imaginemos el fenómeno de este modo: En las noches de fase nueva, si estuviéramos en la Luna del lado visible, veríamos a una Tierra llena, un objeto que visualmente es cuatro veces más grande que la Luna llena que observamos desde la Tierra. Todo ese brillo ilumina la superficie lunar del lado visible, de forma similar que lo hace la Luna llena en un paisaje terrestre.

Bajo estos principios, es entendible como este efecto va siendo cada noche menos notable (en el caso de que la luna se dirija a la fase creciente) Esto también ocurre cuando la Luna es menguante, pero aquí nos referimos principalmente a la Luna nueva a creciente. Dos variables hacen que este efecto sea menos notorio a medida que la fase iluminada sea mayor.

En primer lugar, cuanto mayor es la parte de la Luna directamente iluminada por el Sol, menor luz que refleja la Tierra será visible. Esto es debido en parte por el brillo de la fase lunar. En segundo lugar, desde la Luna, la Tierra irá menguando noche a noche. Desde la Luna, sería vista como una "Tierra menguante".

Si pudiéramos estar en la parte no iluminada de la cara visible de la Luna, veríamos a la Tierra llena iluminando la superficie Lunar, como la mismísima Luna lo hace durante su fase llena en la Tierra.

Reflejo de la Tierra en la Luna
El reflejo terrestre en la Luna es mucho más intenso de lo que se cree popularmente.
Imagine, en que en el campo, se pueden distinguir animales, vacas, arboles, postes, gracias a una Luna Llena. Este mismo efecto ocurre durante la Luna nueva en su cara visible, pero todavía no iluminada por el Sol, pero que "mira hacia la Tierra".

La luz que refleja la Tierra es más intensa, como se mencionó anteriormente debido a su tamaño, su capacidad de reflexión, y un detalle no menos importante: La Luna no tiene atmósfera, por lo cual la luz reflejada por la tierra no se ve minimizada por nada en el camino.

Perspectiva simulada desde la superficie lunar, en fecha y hora donde se realizó la primera imagen de esta publicación.
Observe la gran altura de la Tierra en el cielo, y el porcentaje de superficie iluminada de la Tierra. Nótese también la posición de Sudamérica, coincidente con una Luna a muy baja altura al sudoeste. 



Datos obtenidos en la observación del fenómeno 
Earth shine
La observación de la luz cenicienta, además de su factor de paisaje en un atardecer o antes del amanecer, tiene su valor científico.
Nos permite obtener datos de la cantidad de luz que refleja la Tierra (llamada albedo), dependiendo de variantes, sobre todo la cantidad de nubes presentes en la Tierra. La intensidad de la luz cenicienta también depende, por ejemplo, de un continente parcialmente despejado, o superficies que reflejan un albedo más alto (nieve, hielo, superficies blancas terrestres).

Un brillo variable
El brillo penumbroso que observamos durante los primeros días y los últimos de las fases lunares, es un brillo delicado, que depende de factores terrestres. Tal como un espejo que es parcialmente obstruido por polvillo no refleja el 100% de la luz que recibe, de la misma forma la superficie de la Tierra actúa al reflejar luz. Los océanos, los continentes y las nubes son los tres factores que menguan o pronuncian este efecto. Existe de hecho, un término para referirse a lo explicado anteriormente: albedo.

El albedo es el porcentaje de radiación (luz visible es parte de la radiación) que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre ella. Como referencia, las superficies claras tienen valores de albedo superiores a las oscuras, y las brillantes más que las mates. El albedo medio de la Tierra es del 37-39% de la radiación que proviene del Sol.
La nieve tiene un albedo de 86, mientras que las nubes un albedo de 70 a 78. Los continentes (según su superficie) tienen un albedo entre el 8 y 21.

La variabilidad aportada por los diferentes albedos, también es combinado con la desigual distribución de los continentes y océanos, en combinación con el movimiento de rotación hace que el brillo oscile en torno a un 4,5% durante una rotación terrestre. 
Es curioso que incluso las estaciones afecten el albedo. Esto es debido que a lo largo del año el reflejo es más intenso cuando es primavera en el hemisferio norte ya que éste se inclina hacia el Sol cuando aún quedan hielo y nieve invernales en latitudes altas, que como vimos anteriormente, reflejan más luz.

La maravillosa Tierra (como objeto observado en el espacio) está entre el 37 a 39% de albedo. Brillante, mucho más que nuestra Luna, que a pesar de ser brillante en el firmamento ¡solo refleja el 7% de la luz solar recibida! Imagine como sería una Tierra llena iluminando la noche lunar... esa luz penumbrosa es exactamente la luz cenicienta.