La Nebulosa de la Laguna, una de las joyas de Sagitario

La Nebulosa de la Laguna es una nube interestelar localizada en la constelación de Sagitario a unos 5200 años luz de distancia y se extiende por el espacio unos 140 x 60 años luz. Se la clasifica como una nebulosa de emisión que radia en distintos colores a longitudes de onda no visibles para el ojo humano.
La Nebulosa de la Laguna es una nube interestelar localizada en la constelación de Sagitario a unos 5200 años luz de distancia y se extiende por el espacio unos 140 x 60 años luz. Se la clasifica como una nebulosa de emisión que radia en distintos colores a longitudes de onda no visibles para el ojo humano.

Nebulosa Laguna – M8 – NGC 6523
Fecha y Hora de disparo: 13/10/2018; 21:54:43 ARG

El brillo de la misma proviene de la ionización de los átomos gaseosos provocada por fotones de alta energía emitidos por las estrellas calientes cercanas; los colores que vemos en las fotografías dependen de la composición química de la región nebular. A ojo desnudo M8 adopta tonos de grises más o menos oscuros. 
Como muchas otras nebulosas de emisión, también tiene áreas oscuras donde no se visualizan estrellas; estas “nebulosas oscuras” son nubes de polvo interestelar que bloquean la luz de las estrellas que están por detrás de ellas.

En la porción más brillante de la nebulosa se encuentra una estructura conocida como “El Reloj de Arena” con una intensa actividad de formación estelar. Además dentro de la nebulosa está incluido el cúmulo abierto NGC 6530 (visible en la fotografía) siendo las estrellas 9 Sgr (mv: 5,85) y HIP 88581 (mv: 6,85) las principales responsables de la excitación de los átomos de la nebulosa.



La Nebulosa de la Laguna fue descubierta por el astrónomo italiano Giovanni Battista Hodierna antes de 1654, y fue luego recuperada por el francés Guillaume Le Gentil en 1747; pero se hizo famosa cuando Charles Messier catalogó este objeto el 23 de mayo de 1764.

Observación astronómica en Paititi 26 de octubre y 27 de diciembre de 2024

Caminata y observación astronómica en la Reserva Privada Paititi (27 de diciembre de 2022)

La Vía Láctea se desvanece sobre las Sierras de la Reserva Privada Paititi. Sagitario y Escorpio se despiden de los cielos del invierno, y dan paso a las constelaciones de Verano.


Observación de Saturno, sus lunas principales y sus anillos casi perfilados



Caminata y observación astronómica en la Reserva Privada Paititi (27 de diciembre de 2024)

Observación de Júpiter, sus bandas ecuatoriales y polares, y sus lunas galileanas

Las constelaciones de verano dominan nuevamente el cielo de la Reserva. Orión, con sus Tres Marías y la Gran Nebulosa, y Tauro con sus hermosas Pléyades, demuestran su poderío en objetos celestes



Una jornada marcada por la presencia de humedad que impedía realizar fotografías o poder observar con detenimiento, no fue impedimento para disfrutar del cielo


La zona de Tauro es una rica región en donde se destacan objetos tales como M45 (Las Pleyades) Melotte 25 (Las Híades) y Aldebarán (Alfa Tauro)
Júpiter aparece colado en la foto como el objeto más brillante de la región




Alfa Canis Majoris

Sirio, la estrella más brillante que ilumina el cielo nocturno, es el emblema indiscutible del verano para los habitantes del hemisferio sur. Conocida también como Alfa Canis Majoris. 

Esta estrella en realidad es un sistema  binario, compuesto por Sirio A (La más brillante) y una compañera menor llamada Sirio B, muy cercana visualmente a la estrella y a menudo difícil de observar con telescopios grandes debido al resplandor de su gran compañera. 
En los últimos tiempos, debido a mediciones que dan como resultado patrones irregulares en la órbita del sistema Sirio formado por ambas estrellas, se sospecha la presencia de una tercera estrella, una probable Sirio C.

Ubicada en la constelación del Can Mayor, ha cautivado a observadores desde tiempos inmemoriales, y esta estrella esta ligada culteramente con  religiones, culturas, y costumbres de civilizaciones antiguas.

Desde la Estrella Perro a un instrumento para predecir el tiempo

No es nada raro enterarse que muchas culturas hayan asignado una importancia significativa a Sirio, ya que es la estrella más brillante del cielo y fácilmente observada desde el ancho de ambos trópicos a una muy buena altura. Lo curioso es que Sirio tiene una relación con nuestros amigos caninos. En muchas culturas, ha sido asociada frecuentemente con los perros. Es la principal razón de su popular sobrenombre: La Estrella Perro 

Sirio también sirvió y sirve para medir patrones atmosféricos: inestabilidad, humedad, y otras variantes. Como buenos observadores que eran nuestros antepasados, podían incluso pronosticar sequias o épocas húmedas gracias a la aguda observación de esta estrella. Aclaremos este punto: en realidad, eran ingeniosos, estudiaban la atmosfera terrestre a través del agudo brillo de esta estrella. 

La observación de Sirio también permitía calcular tiempos de cosechas, tal como hacían los egipcios y otras culturas mesopotámicas.




La Gran Nebulosa de Orión durante la observación astronómica

La Gran Nebulosa de Orión es un verdadero clásico del cielo de verano para los observadores del hemisferio sur, y una belleza de invierno para los observadores del norte. Su belleza y accesibilidad la convierten en un objetivo recurrente. Sin embargo, ¿Cuántas veces hemos observado esta región sin profundizar en sus secretos?
Al observar la Nebulosa de Orión, estamos contemplando una escena cósmica en tres dimensiones. M42, M43 y NGC 1977, aunque parezcan formar una única estructura, se encuentran a distintas distancias de nosotros. M42, la más cercana, se encuentra a unos 1344 años luz, mientras que M43 y NGC 1977 están a alrededor de 1600 años luz. 



Además de ser una nebulosa icónica, la Nebulosa de Orión es un laboratorio natural donde se forman nuevas estrellas. Su inmenso tamaño, de unos 24 años luz de diámetro, alberga una gran cantidad de gas y polvo cósmico, los ingredientes fundamentales para la formación estelar.
Observar la Nebulosa de Orión nos conecta con los procesos de formación estelar y nos recuerda (por si se nos olvida... tal vez muy a menudo como sociedad) nuestra insignificancia en la inmensidad del universo. Cada vez que dirigimos nuestro telescopio hacia esta región, estamos explorando los orígenes de nuestro universo, un viaje al pasado, hace 1600 años atrás en el tiempo. 




Recordando el eclipse del 14 de diciembre de 2020

Por Esteban J. Andrada

Hace unos años, la naturaleza nos regaló un eclipse total de Sol que oscureció los cielos patagónicos durante unos minutos. La corona solar, esa tenue atmósfera exterior del Sol, se desplegó como una delicada flor de fuego, revelando los misterios de nuestra estrella. 

Mientras la Luna se deslizaba por el disco solar, la temperatura descendió y el viento sopló con mayor intensidad, creando una atmósfera casi surrealista. Fue un momento de conexión profunda con el universo, una experiencia que quedará grabada en la memoria de quienes tuvimos la fortuna de presenciarla.

La franja de totalidad, que se extendió a lo largo de parte de las provincias de Río Negro y Neuquén, así como por territorio chileno, ofreció a los afortunados observadores una experiencia única e inolvidable. Millones de personas, tanto locales como turistas, se congregaron en diversos puntos del país para contemplar este evento celestial.

Sin embargo, la observación del eclipse presentó desafíos particulares. La mayor parte de la franja de totalidad se encontraba en zonas remotas, con escasa infraestructura y servicios. A pesar de ello, la belleza y singularidad del fenómeno atrajo a numerosos visitantes, quienes debieron planificar su viaje con mucha anticipación debido a la limitada capacidad hotelera en estas regiones.

En contraste con destinos turísticos más desarrollados como Mar del Plata, las localidades ubicadas en la Patagonia no cuentan con una oferta hotelera tan amplia. Esto, sumado al gran interés generado por el eclipse, hizo que las reservas se agotaran rápidamente, convirtiendo a este evento en un verdadero hito astronómico y turístico para Argentina.


Eclipse con incertidumbre 
Las condiciones meteorológicas durante el eclipse fueron todo menos ideales. Un frente frío ingresó a la región, trayendo consigo fuertes vientos, nubes bajas y precipitaciones. 
A pesar de estos inconvenientes, decidimos aprovechar al máximo la oportunidad de observar el fenómeno. 

Con la esperanza de vivir una experiencia inolvidable, habíamos planeado observar el eclipse total de Sol desde Las Grutas. Sin embargo, los pronósticos meteorológicos nos obligaron a replantear nuestros planes. Buscamos un lugar con mayores probabilidades de tener un cielo despejado y así fue como llegamos a Valcheta, un pequeño pueblo rionegrino que prometía ser el escenario perfecto para este evento astronómico.

El amanecer del 14 de diciembre nos recibió con un cielo amenazante en Las Grutas. Nubes oscuras se agolpaban en el horizonte occidental, presagiando un día incierto. Con el corazón en un puño, emprendimos el viaje hacia Valcheta, nuestro refugio de última hora. 

En el camino, cruzamos con otros entusiastas del eclipse, inclusive el epicentro donde se encontraban divulgadores y canales de televisión, todos ellos equipados con telescopios y cámaras, que compartían nuestra ansiedad. Sin embargo ese epicentro era castigado por el viento. Decidimos entonces adentrarnos en Valcheta. Tal vez las construcciones servirían como bloqueo del intenso viento en superficie.

La ruta desde Las Grutas hacia Valcheta se mostraba vacía luego del amanecer

El continuo pasaje de franjas de nubes nos preocupaba. El pronostico no era para nada alentador



Estación en Valcheta

Al arribar al sitio de observación dentro de Valcheta, fuimos recibidos por el astrónomo Eduardo Lajus y la Dra. Romina Di Sisto, quienes se encontraban armando los equipos. Tras una meticulosa evaluación de las condiciones meteorológicas locales, caracterizadas por una cubierta nubosa variable y vientos moderados, decidimos descargar el equipamiento. Armamos los equipos y pusimos en estación las monturas, como también revisamos las cámaras (entre otras cosas). A continuación, se realizó una minuciosa revisión de los horarios de observación y de las coordenadas de los objetos celestes a ser estudiados.

Durante la preparación pudimos hablar sobre los equipos y disfrutar de la astronomía. En la imagen: Eduardo Lajus (astronomo UNLP) Eduardo Horacek y Esteban J. Andrada

Una de las actividades interesantes era la de registrar la temperatura a medida que avanzaba el eclipse

Inicia el Eclipse

Durante las fases parciales del eclipse, pudimos apreciar la progresiva ocultación del Sol por la Luna, incluso a través de las nubes. Lamentablemente, por momentos perdimos la visibilidad del fenómeno. No obstante, éramos optimistas. Estábamos pendientes de la continuidad de la nubosidad hacia el oeste, desde donde avanzaban hacia el noreste.

La observación solar siempre fue realizada con todos los filtros adecuados en los equipos como telescopios y cámaras


El momento clave: La totalidad

A las 12:26 en punto, la oscuridad se adueñó del cielo en un instante. La totalidad, aunque breve -apenas 2 minutos y 9 segundos-, fue una experiencia sobrecogedora. A través de las nubes, vislumbramos la corona solar, una tenue aureola que se extendía hacia la negrura del cielo. 

Las prominencias, como lenguas de fuego, adornaban el borde del disco lunar, y eran observables a simple vista y sin filtro alguno. Y las perlas de Baily, esos destellos brillantes que preceden a la totalidad, nos dejaron sin aliento. La disminución de la luminosidad fue tan intensa que, de repente, los objetos más brillantes del cielo eran fácilmente observables. 

Venus, Mercurio, Júpiter y Saturno, planetas que usualmente se ocultan tras el resplandor del Sol, brillaban con una claridad inusual. Fue un espectáculo inolvidable, una muestra de cómo la naturaleza puede sorprendernos incluso en los días más esperados.


Secuencia del eclipse

La totalidad capturada en una sola toma por Eduardo Horacek, muestra en todo su esplendor el eclipse total del 14 de diciembre de 2020

La secuencia del paso de la totalidad y de las nubes, realizado mediante apilado de video, realizado por Esteban J. Andrada


El anillo de diamante provoca una gran emoción. Dura apenas unos segundos, en donde el Sol parece apagarse. Este fenómeno visual es observable nuevamente en la reaparición del limbo solar, luego de la totalidad.

La emoción era tal, que a pesar de tener equipamiento de sobra, no podíamos evitar fotografiar hasta con las cámaras de los celulares

Simplemente, no podíamos creer lo que veíamos en las pantallas de las cámaras durante la totalidad. Teníamos dos minutos para capturar el momento clave


La secuencia en una imagen, desde el inicio, el máximo y el final del eclipse total de Sol. Una de las experiencias más hermosas que se pueden vivir en la astronomía.



Luego de la totalidad 
Después de la totalidad, simplemente nos quedamos en shock. A pesar de haber estudiado los eclipses y de haber presenciado otros fenómenos astronómicos, la experiencia superó todas nuestras expectativas. 
Las fotografías, por más nítidas que fueran, no lograban capturar la intensidad y la majestuosidad del espectáculo que habíamos presenciado con nuestros propios ojos. Fue una confirmación y la sensación completa que realmente vivimos en un sistema solar. Y no solo eso. Percibimos fenómenos sutiles, como el llamado "viento del eclipse" y reacciones inesperadas en la naturaleza, como los ladridos de los perros y el canto de las aves, que nos recordaron la profunda conexión que existe entre nosotros y el cielo, aunque a veces lo damos por sentado.

Luego de la totalidad, repasamos las fotografías que habíamos realizado. Dos minutos pueden parecer suficientes para fotografiar la totalidad, sin embargo fotografiar y observar al mismo tiempo fue un desafío.

Trabajamos en equipo y cada uno cumplía una función importante en registrar todo lo posible del fenómeno, incluso la temperatura, de forma minuciosa 



Temperatura del aire durante el eclipse
Con el objetivo de analizar la variación térmica durante el eclipse, se implementó un protocolo de medición de la temperatura tanto en la fase de parcialidad como en la totalidad del fenómeno. Los datos recopilados permitieron obtener los siguientes resultados finales.

Esta tabla muestra la variación de temperatura captadas por los termómetros meteorológicos 

Las imágenes, por más buenas que sean, no pueden capturar muchísimos detalles que eran observables con nuestros propios ojos. Tampoco pueden capturar la emoción del momento, y el gusto de compartir junto a otros apasionados la astronomía.
El intercambio de conocimientos y experiencias hicieron de este día una experiencia inolvidable, el día que estuvimos en la sombra de la Luna.

El próximo eclipse total de Sol
Los eclipses son de alguna forma, un testimonio de la complejidad de la mecánica celeste. Además, en particular los eclipses solares, nos muestra el paso del tiempo. Por ejemplo, si quisiéramos observar otro eclipse total de Sol en Argentina, debemos esperar unos cuantos años.

Para concluir, las emociones y experiencias vividas en esta aventura quedarán guardadas en la memoria por el resto de nuestras vidas. Queda planificar un viaje, para observar este fenómeno fuera del territorio nacional, ya que el próximo eclipse total de sol en la Argentina será el 5 de diciembre de 2048, por lo que, es conveniente ir a buscar un eclipse total fuera del pais, para encontrarnos nuevamente con la sombra de la Luna. 



En la sombra de la Luna
El siguiente video intenta reflejar la experiencia única del eclipse total de sol en la Patagonia Argentina. A pesar de los desafíos planteados por la pandemia en 2020, logramos asistir y poder acceder a la Patagonia.