¿Quién no ha querido observar alguna vez una lluvia de
estrellas? Fuente de inspiración, y también de temor, hoy sabemos que las estrellas fugaces están relacionadas
con los fragmentos de polvo y hielo, que en algún momento se desprendieron de cometas que pasaron por
la órbita de la Tierra alrededor del Sol.
Cuando la Tierra atraviesa dicha nube de fragmentos,
éstos entran a la atmósfera a varios kilómetros por segundo, lo que provoca un
fenómeno luminoso causado por la ionización del aire cuando el meteoroide
atraviesa nuestra atmósfera, y es lo que el observador percibe desde la
superficie terrestre a simple vista como un destello.
En resumen, podemos reunir un grupo reducido de lluvias principales para tener en cuenta durante el año, sabiendo obviamente que existen otras que tienen un promedio horario mucho menor.
¿Cuándo y dónde mirar?
Durante la medianoche del 21 de octubre (probablemente también el 22) es posible encontrar el máximo de esta actividad meteórica. Para disfrutar de las Oriónidas, basta con acostumbrar los ojos a la oscuridad, y estar atentos hacia el cielo del noreste, siguiendo durante el transcurso de la noche a la constelación de Orión.
Una forma sencilla de ubicar la cercanía del punto de
donde parecen surgir estos meteoros (llamado radiante) es ubicar a las famosas
Tres Marías. No hay que sectorizar una porción del cielo, debemos estar atentos
a todo cielo despejado posible.
Algunas consideraciones
La TZH (Taza cenital Horaria) es un promedio realizado a partir de un cielo totalmente despejado en condiciones máximas, esto es un cielo de desierto, con nula contaminación lumínica y sin obstáculos (arboles, paredes, edificios). Todo lo dicho anteriormente es un atenuante de la cantidad de meteoros que podemos observar.
Por esa razón, es poco aconsejable observar una lluvia
de estrellas en una zona urbana. A medida que nos alejamos de la contaminación
lumínica, las condiciones son más favorables para ampliar la cantidad de
meteoros a observar.
Observar tranquilamente sin cansarse es lo primordial a la hora de observar una lluvia de estrellas. A diferencia de otro fenómeno celeste, una simple bajada de guardia puede hacernos perder una estrella fugaz. Esas bajadas de guardia a veces se dan por la incomodidad. Una buena forma de disfrutar de este fenómeno es utilizar reposeras y buen calzado, para evitar calambres y cansancio.
Un factor clave en la era de las
pantallas
Adaptar los ojos a la oscuridad es la ventana a observar un cielo colmado de estrellas. Como bien sabrá, los ojos tienen unos diafragmas naturales que obturan la entrada de luz. Instantáneamente ante una fuente o destello de luz intensa, la pupila reacciona y se achica.
Por otra parte, si estamos unos 15 minutos en la oscuridad, la pupila se dilata para optimizar el ingreso de luz más tenue. Este último proceso es muy gradual, y se puede perder la adaptación a la oscuridad en un instante si se expone a una pantalla. Por esa razón es muy importante NO ver pantallas de celulares, cámaras o tabletas, durante una observación astronómica.
Mínimos y máximos de actividad
Por la naturaleza de los restos de escombros que deja un cometa o asteroide, es natural entender que estos escombros no se repartes homogéneamente en la órbita de dicho objeto. En el caso de las Oriónidas, tuvo picos máximos en 2006 y 2009.
En particular, la noche del 22 de octubre de 2006 la Tierra encontró una nube
de partículas superior a la habitual. Frente al promedio habitual (en torno a
los 20-25 por hora) se encontraron picos de 50 meteoros por hora, recordemos,
en cielos rurales.
En 2009, nuevamente se encontró la Tierra ante escombros del Halley similar a
la del 2006 en cuanto a densidad de escombros. En contraste, hacia 2019 se
encontró con mínimos de densidad.
Las Oriónidas son una lluvia de estrellas moderada, en donde múltiples factores entran en interacción, por lo que es mejor esperar ver algunos meteoros por hora, y disfrutar de un grato momento solo, con amigos o familia.
NOTAS
[1] La lluvia de estrellas Gemínidas tienen como progenitor al asteroide (3200) Faetón. En consecuencia, es una lluvia de estrellas con características distintas a otras (meteoros brillantes, lentos y a menudo verdes). Las Leónidas son una lluvia de estrellas con picos intensos cada 33 años. Son conocidas por las anécdotas históricas que existen sobre ellas.
[2] El progenitor de esta lluvia meteorica es el cometa Halley, catalogado oficialmente 1P/Halley, es un cometa de período corto visible desde la Tierra cada 75–79 años.